El estrés en las mamás que trabajan 1

          “¿Cómo puede ser?¡ En tres meses que volví a trabajar, ya me enfermé tres veces!” Estas palabras que me dijo una mamá reciente, revelan algo perfectamente entendible si pensamos en lo que les decía en el artículo sobre el mecanismo del estrés (Suplemento del Vecino del 26/01/13): Nuestro cuerpo sigue siendo el mismo que el del hombre primitivo, pero los estresores son muchos más y más complejos y nuestro cuerpo no alcanza a nivelarse pues no se termina con ellos. A veces es uno tras otro, día tras día, y eso es lo que va minando nuestra salud.
          Si comparamos la vida de una mamá primitiva con la de una mamá de hoy, enseguida podemos ver lo que nos pasa. Como dice el biólogo Estanislao Bachrach, los invito a hacer un viaje con la imaginación hasta aquella época y ver cómo la mamá se levantaba con su hijo hambriento en brazos, lo alimentaba y lo cambiaba. Ella estaba peligrosamente flaca y sedienta pues su bebé succionaba todo su alimento de ella. Luego ella salía a procurarse algo de comida. Más tarde, junto a otras madres y niños, salían a buscar frutos, raíces y algún animal pequeño para comer. Cuando los niños dormían o si había algún enfermo, algunas los cuidaban y otras seguían buscando comida. Siempre cuidándose y cuidando a los niños de los predadores u otros peligros. Los hombres eran cazadores y al final del día traían alguna presa grande que proveería proteínas y calorías para toda la tribu. Así transcurrían los días. (Mirá la presentación de su libro: http://youtu.be/wHVgHalNJEY)
          Mismo cuerpo hoy: La mamá se levanta, levanta a sus chicos, les da el desayuno, prepara las luncheras con las mamaderas y la comida, los bolsos con la ropa y los pañales, el cuaderno de comunicaciones, se arregla y sale. Deja los chicos y toma el colectivo, el subte o el tren que generalmente llega atrasado y tiene que pedir  constancias de ello para presentar en el trabajo. Trabaja todo el día. A veces la llaman de la guardería porque su hijo está enfermo. Además de hacer su trabajo, también está pensando en él. Sale y vuelve a tomar colectivos, subtes o trenes rogando que no se atrasen para poder llegar a tiempo a sacar a su hijo de la guardería. Al volver a su hogar la esperan una casa para ordenar, una pila de ropa para lavar y planchar y  todavía hay que preparar la cena, bañar a los chicos. Apenas le queda tiempo para cenar y charlar un poco con su pareja antes de caer rendida esperando que el bebé no se despierte muchas veces esa noche para poder dormir mejor y recuperarse de ese cansancio que va arrastrando día tras día y que el fin de semana no alcanza a paliar. Y no hablemos de dónde quedó el tiempo libre para ella…
          ¡Cansa de solo leerlo! Imagínense estar en ese cuerpo… Pregunto: ¿Han cambiado o no los factores estresantes para una madre? ¿Cuándo y cómo se nivela ese cuerpo de todo ese estrés? Parece una misión imposible. ¡Pero a no desesperar! Hay algunas acciones posibles que se pueden hacer para reducir el estrés y generar un poco de tiempo libre para nosotras mismas. Por razones de espacio, hoy solo las voy a plantear y en la próxima entrega las vamos a trabajar en más detalle. La clave está en: Decir que NO, Descartar actividades que no sirven, Delegar, y Hacer pedidos efectivos. En tu vida personal y en la laboral. Y esto aplica también a los hombres. Algunas de estas ideas tienen que ver con la asertividad, que es simplemente poder comunicar con franqueza, razonando y negociando con el otro lo que necesitamos, pero también aceptando sus argumentos si son válidos. Estas son técnicas que podemos aprender. Yo las enseño y forman parte de mis Programas de Aprendizaje Creativo. Estoy a tu disposición si te gustaría aprenderlas. Hasta la próxima entrega.
Por tu bienestar!




















Artículo publicado en el Suplemento del Vecino del diario La Auténtica Defensa de la ciudad de Campana, Buenos Aires, Argentina, el 9/2/13

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